A tan solo 30 minutos de Valladolid, entre caminos rodeados de ceibas, se esconde un tesoro menos visitado pero profundamente místico: Ek Balam, que en lengua maya significa “Jaguar Negro”. A diferencia de otros sitios arqueológicos más concurridos, Ek Balam ofrece una experiencia íntima, casi secreta, donde cada piedra parece susurrarte historias antiguas.
Su principal estructura, la imponente Acrópolis, se alza como un guardián del tiempo. Al subirla (sí, aún puedes escalarla), la vista te recompensa con un mar verde de selva y cielo. Ahí, en lo alto, uno siente que el tiempo se suspende. Las esculturas talladas en estuco, sorprendentemente bien conservadas, muestran guerreros alados y rostros que emergen como visiones. Este arte ancestral revela un mundo simbólico profundo y sofisticado, testimonio de la grandeza espiritual y arquitectónica de la civilización maya.
Ek Balam no solo es ruina; es puerta dimensional, espejo del alma antigua de Yucatán. Visitarlo no se siente como una excursión, sino como un viaje hacia adentro: hacia un destino donde el silencio habla y la piedra guarda secretos.
Recomendaciones para tu visita
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¿Cómo llegar? Desde WAYÉ puedes llegar en coche o tomar un taxi. El trayecto dura aproximadamente 30 minutos. También puedes rentar una bicicleta si buscas una aventura más inmersiva.
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Horario: Abierto todos los días de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Te recomendamos llegar temprano para evitar el calor y disfrutar de la tranquilidad del sitio.
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Qué llevar: Zapatos cómodos para caminar o escalar, sombrero o gorra, protector solar biodegradable, agua suficiente y cámara (sí se permiten fotos, pero no drones sin permiso).
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Extra: A pocos pasos se encuentra un cenote llamado X’Canche, ideal para refrescarte después de la exploración. Puedes rentar una bici o un triciclo para llegar desde la entrada.
WAYÉ recomienda
Tómate tu tiempo. Camina lento. Sube la Acrópolis sin prisa. Y cuando llegues arriba, respira profundo: estás pisando un templo vivo que aún sueña.
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