Un eco de piedra que sigue hablando

En el corazón de Valladolid, Yucatán, se levanta un monumento que no solo es testigo del tiempo, sino también de los silencios, las batallas y los reencuentros de esta tierra: el Ex Convento de San Bernardino de Siena.

Construido en el siglo XVI por los frailes franciscanos, este conjunto arquitectónico es una de las obras más antiguas del Yucatán colonial. Más que un templo, fue un centro de poder espiritual, político y social. Desde aquí, se evangelizó a los pueblos mayas y se tejieron complejas relaciones entre dos mundos: el indígena y el europeo.

Un lugar de contradicción y belleza

Caminar por sus arcos, jardines y pasillos de piedra es también recorrer un territorio de dualidades. Lo sagrado y lo bélico. La fe y la resistencia. La belleza de la luz que se filtra entre los muros, y el peso histórico de las imposiciones.
Aún hoy, el Ex Convento guarda esa energía ambigua que lo vuelve magnético. Uno puede sentarse frente a su fachada y sentir una especie de pausa: una suspensión del tiempo.

Luz, historia y comunidad

Por las noches, el convento cobra nueva vida con su espectáculo de luz y sonido: una narrativa visual que cuenta la historia de Valladolid y su herencia maya-colonial. Es una experiencia emotiva, abierta al público y gratuita, que cada viajero debería vivir.

Además, los alrededores del convento se han convertido en un nodo cultural. Ferias, mercados, conciertos, y actividades comunitarias lo rodean, devolviéndole al espacio ese pulso vivo que siempre ha tenido.

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Si visitas el Ex Convento, hazlo sin prisa. Ve en la tarde, contempla la puesta del sol reflejándose sobre los muros y quédate a ver el espectáculo nocturno. Lleva una libreta, una cámara, o simplemente tu atención.
Es posible que algo en ti también se ilumine.

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